miércoles, 26 de julio de 2017

Veravilloso






Desde mis inicios en esto del running tenía una espinita clavada: todos los años pretendía completar alguna carrera del circuito de la Vera para desistir finalmente de dicho proyecto. Pues bien, 2017 ha sido el año de sacarme esa espina.



Quedaba seleccionar una fecha para pasar un fin de semana en ese paraíso de Extremadura que es la comarca de la Vera, ya que de inicio cuál de entre las carreras del circuito hacer no me importaba demasiado. Finalmente la fecha elegida fue el fin de semana del 21 al 23 de julio, días en los que se celebraban dos carreras: Madrigal y Villanueva, pero por considerar muy precipitado correr nada más llegar opté por conformarme solo con la segunda.









Tras acomodarnos en nuestro alojamiento en el complejo de apartamentos rurales Veragua, comenzábamos este fin de semana en familia de turismo y deporte con una visita al pueblo de Villanueva de la Vera, un municipio desbordante del encanto propio de un canto juglaresco declarado Conjunto Histórico Artístico.








La mañana siguiente tocaba ruta senderista de unos 12 kms. con mi cuñado comenzando desde los caminos cercanos a nuestro hospedaje para ir alejándonos hasta llegar a la Cascada del Diablo en la Garganta de Gualtaminos, "la que no se seca" según los árabes. 



Se trata de uno de esos paisajes de belleza solo apta para ser inmortalizada mediante el retrato, a los que las palabras nunca hacen justicia. 






No en vano este chorro de agua, proveniente de la Sierra de Gredos y que tras numerosos saltos sobre la roca se vierte en el mismísimo río Tiétar, es considerado como una de las mejores cascadas de España.






Por la tarde, en torno a las 21:00 horas y tras correr los más jóvenes, daba salida la carrera absoluta desde la plaza de la localidad. Aunque pretendo hacer una carrera especialmente conservadora ya que llevo unos días aquejado de un fuerte cólico abdominal, tras correr unos 300 metros me encuentro en un tramo de pronunciada pendiente descendente que me obliga a alargar zancada y me permite conservar el ritmo gracias a la inercia en la parte llana, por lo que los tiempos bajan aquí de 5:00 min./km.

Poco después, sin embargo, cambia radicalmente el panorama con la famosa subida de La Quesera de la Vera: intensa rampa ascendente que consigo completar sin echarme a andar.

No llevamos ni tan siquiera 2 kilómetros cuando observo que estamos regresando a la plaza, lo que me hace presagiar que el circuito no va a ser doble, ¡sino triple!

La segunda vuelta se hace más dura y en esta ocasión sí tengo que echarme a andar antes de coronar la gran cuesta. Se va haciendo largo.

Tras el segundo paso por meta, sin embargo, el orgullo me empuja a acabar y, de paso, a mejorar dos o tres posiciones para concluir los casi 5 kilómetros en poco más de 26 minutos.



Carrera muy bien organizada, aunque quizá se desaprovecha la belleza del pueblo al hacernos repetir tres veces un mismo circuito.





Por la noche tocaría recargar las pilas en el Restaurante "Balcón de la Vera", con un exquisito entrecot a la pimienta.































Y el domingo nueva ruta, coincidiendo parcialmente con la de las Fuentes y los Enebros: 10 kilómetros tan espectaculares o más que los del día anterior adornados por robles, pinos, higueras, enebros, madroños y demás flora autóctona.












Después ya solo restaba una tarde relajada con mis chicas en la piscina de agua salada del recinto antes de emprender el regreso a casa.









Y el próximo sábado toca trail running nocturno por la Sierra de Montánchez, donde volver entero será el gran objetivo :P

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