sábado, 8 de octubre de 2016

Rock & Fado

Y llegó el día señalado con letras de oro en mi calendario "runneril". El día 1 de octubre, a las 8 de la mañana (hora española), salíamos hacia Lisboa desde el Hotel-Restaurante el Triana de Miajadas una delegación mixta compuesta por miembros del Tomate Running (Juan Fco. Santos, Juan Antonio Cilleros, Lorena Díez, Adolfo Santos, Jesús Cruz, Rocío Fuentes, Santi López, Sergio Redondo, Mariano Díaz y yo), el C.A. Miajadas (Alberto Masa), el Club Vegas Altas de Don Benito (la familia Parra) y, por supuesto, la mundialmente conocida "Grupteta". También contábamos con el apoyo logístico de nuestras chicas de oro: Maribel, Marian, Tamara e Irene.



Llegada a Lisboa a media mañana para entrar pronto y sin hacer colas en la Feria del Corredor en el MEO Arena (Pabellón Atlántico) para la recogida de dorsales y sacar alguna que otra fotito.






















Tras comer en el enorme centro comercial Vasco de Gama y dejar las maletas cada uno en su hotel, ubicados todos en la zona del Parque das Naçoes, salíamos a disfrutar de la belleza de la capital portuguesa.




                                                                


Vetusta ciudad con gran encanto y personalidad. Sus tranvías, la multiculturalidad, ese aire con aroma de mar y el melodioso Fado te envuelven en un ambiente casi mágico que te hace sentir fuera del propio tiempo.











Especialmente imponente la Plaza del Comercio, frente a la desembocadura del Tajo en el Océano Atlántico y toda aquella monumentalidad a su alrededor.









Bonito sin duda el recorrido por el que nos llevó nuestro tourist guide particular, Juan. Lástima que no pudiésemos completarlo por encontrarnos ya un tanto fatigados.













Así que, tras tomar unas Sagres y/o cafés por aquellos lares, nos batimos en retirada para cenar unas altamente energéticas hamburguesas, ducharnos, relajarnos y a la cama tempranito.


A eso de las seis de la mañana ya estaba en marcha hacia Cascais, primero en metro y luego en tren. Una hora de viaje que me resultó muy amena gracias a la compañía de Francisco Javier Bernal (Paco), un corredor del Puerto de Santa María con el que tuve el gusto de coincidir.

Serían las 8 y cuarto cuando me posicionaron en un cajón tras el "globo" de más de 5 horas (¿sería acaso una señal de lo que habría de acontecer?). Algo después de las 8 y media se daba la salida desde el hipódromo de la bonita localidad costera y pude disfrutar durante una lenta salida del ascendente dragón multicolor que ya serpenteaba ante mí.

Tras un primer kilómetro muy lento me establezco en los tiempos que pretendo mantener hasta el final, rondando los 6 min./km. y disfruto de la carrera y de la bella ciudad marinera

Recordando los problemas postcarrera de Madrid, en esta ocasión abandono el MP3 y llevo la música en el móvil, sistema este que pronto empezaría a fallarme obligándome a parar ya en el kilómetro 3 para volver a contar con música.

Pasado el kilómetro 4 abandonamos Cascais y nos dirigimos a la Costa de Estoril siempre sobre un terreno de mucho "tobogán" y con temperaturas casi veraniegas.

¿Qué decir de Estoril? Tan repleta de lujosos hoteles. No en vano cuenta entre sus más famosos lugares con un casino y un circuito automovilístico.

Consigo entonces superar el globo/cartel de las 4 horas y media y pienso que éste debe ser mi sitio.

Sobre el kilómetro 8 alcanzábamos Parede. Aunque la verdadera pared todavía no se me había interpuesto. Sería por entonces cuando me quedo sin música de forma definitiva, otro mal augurio.



Pese a lo hermoso del entorno de la carrera que transcurre siempre junto a las playas de los municipios de Carcavelos, Oeiras o Caixas el estar sólo y sin música por tramos de continuas subidas y bajadas me provoca un cierto bajón mental por el kilómetro 16, en el que ya empiezo a perder la motivación.


Aunque logro recuperarme en ocasiones, gracias a la gran animación y ambiente de la carrera y a la música de las bandas de rock, el calor también va haciendo su parte y el agotamiento al llegar al kilómetro 20 es ya manifiesto.

Eran ya más de las 10:30 (hora local) por lo que no puedo evitar acordarme de mis compañeros que, junto con otra expedición extremeña (la de Navalmaratón), debían haber iniciado ya su propia aventura en la Media Maratón por la zona del inmenso Puente Vasco de Gama.



Fue muy de agradecer dadas las altas temperaturas el incontable número de avituallamientos del que disfrutamos a lo largo de toda la carrera.

Llegamos por fin a Lisboa por la zona de la Torre de Belém, mis piernas sufrían ya de persistentes calambres que me obligaban a andar de cuando en cuando lo que me confirmaba la idea de que iba a tardar mucho tiempo más del previsto en concluir el recorrido.

Sobre el kilómetro 25 entramos y salimos por dos ocasiones en la Praça do Comércio. Se levantó una suave brisa y el tiempo ya no era tan caluroso, de hecho en ocasiones sentía incluso algo de frío (especialmente tras uno de los baños de los bomberos).

En el kilómetro 30 ya ando mucho más que corro. Lo intento, pero las rampas musculares me obligan a parar por miedo a que llegue un momento en que ni tan siquiera pueda andar. Aviso por whatsapp de que la cosa se ha complicado y que voy para más de 5 horas.

Cada kilómetro es un suplicio. Corro un poco y adelanto posiciones pero mis piernas se quejan del esfuerzo y me obligan a andar de nuevo, perdiendo las posiciones ganadas.

Kilómetro a kilómetro, esfuerzo a esfuerzo, mi cabezonería me lleva hasta la Plaza de las Naciones donde mi familia y amigos me están esperando para darme el empujón que necesito para, apretando los dientes por el dolor, correr como llevaba muchos kilómetros sin hacerlo y atravesar por fin la línea de meta. Gracias a todos por esos ánimos finales que me dieron fuerza cuando más lo necesitaba.


En su día el objetivo era mejorar el tiempo de mi primera maratón, pero tras un verano en el que no pude entrenar tanto como una prueba de esta naturaleza requiere me conformaba con acabarla y, aunque no esperaba tardar 5 horas y 16 minutos en hacerlo, el caso es que, pese a todo, cumplí el objetivo y volví a ser finisher.


Encantado asimismo con el trato recibido por nuestros vecinos portugueses y con la organización de la carrera que, en muchos aspectos, me pareció mejor incluso que su versión española.

En cuanto al resto del Tomate Running, estos fueron sus tiempos en la Media Maratón:

- Sergio. 1:21:20. Una vez más orgullosos del expreso de Escurial.



- Adolfo. 1:26:36. Creedlo o no, pero fue su debut en esta distancia.



- Juancho y Jesús. 1:46:57. Su preparación consistió en cerveza y... ¿simple café?




- Santi. 1:54:38. Tras un verano flojo en cuanto a participaciones en carreras Superlópez conserva su buen nivel de la pasada temporada.





- Mariano.1:57:02. Recuperado de las molestias en el pie del mes de agosto, el mastín ha vuelto.


- Juan. 1:57:48. The special Juan volvió a bajar de las 2 horas.


En cuanto a las chicas, Lorena se decantó por algo más suave y disfrutó de los 6 kms. de la Mini Maratón.

Rocío, muy a su pesar, no pudo correr. Sin duda fue muy duro para ella verlo todo desde el banquillo pero era mejor no arriesgar en beneficio del futuro tomatito que la esperará en la meta dentro de poco tiempo.

Al final un estupendo fin de semana en una ciudad bellísima y con la mejor compañía posible, agradeciendo especialmente a mi señora, Tamara, su infinita paciencia <3











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